martes, 17 de septiembre de 2013

2 Samuel 9: 8

Esta vez, antes de enumerar lo que aprendí de mi devocional, voy a darte una pequeña idea de lo que está pasando en el contexto: EL REY YA HABIA DICHO QUE IBA A HACER MISERICORDIA DE DIOS A LA DESCENDENCIA, POR ÉL, AMADA. 
Y es por ello, que el día de hoy, quise titular esta entrada de la siguiente manera: LA RESPUESTA ANTE EL LLAMADO DEL  REY:


  1. Reverencia: Y él inclinándose. Ciertamente esta actitud va más allá que una simple pantomima. El hecho de inclinarme ante alguien requiere de mí, más que un movimiento de mi sistema locomotor, un sentido de reconocimiento: quien está delante de mí es mucho mayor en grandeza, mucho mayor en gloria, mucho mayor en conocimiento y sabiduría; quien está delante de mí es digno de mi alabanza, de mi admiración de mi respeto, y, ¿quién es ese único rey digno de tal honor? DIOS mismo y nadie más. ¿Estoy reconociendo Su realeza en mi vida? ¿Estoy dándole el lugar que le pertenece? ¿Tengo dispuesto mi corazón y mi cuerpo a reverenciar a Dios como es debido?
  2. Sumisión: ¿Quién es tu siervoUno de los obstáculos más difíciles y (me atrevo a decir) que la principal razón por la que pecamos tan desatinadamente es: la falta de someter nuestra voluntad , de manera absoluta e incondicional, al Rey del universo. Es necesario reconocer que nuestro conocimiento tiene límites, que nuestra visión y perspectiva de las cosas es limitada y que por lo tanto nuestra actitud de adoración ante Dios, no debe limitarse a expresar oralmente que Él es el Señor de nuestras vidas, sino ponerle en dicho lugar y obedecerle (de hecho) como un siervo (esclavo) obedecería a quien le ha comprado.
  3. Humillación: a un perro muerto como yo? Los cristianos de estos días (no sé cómo estarán en los tuyos, Yerik) dicen vivir una vida de continua sumisión y humillación ante Dios, pero sus obras están muy lejos de alinearse a lo que proclaman. ¿Qué implica la verdadera humillación? En reconocer que no soy merecedor del llamado y de las bendiciones de Dios; en reconocer que delante de Dios no soy más que un siervo inútil. Humillación es reconocer mi verdadera posición como pecador, es dejar de señalar a los demás según mi propio juicio. Humillación es saber que estoy debajo de Dios para servirle y no sobre Él para exigirle que se cumpla mi voluntad.
En resumen, Yerik, mi respuesta ante el llamado de Dios, ante sus bendiciones diarias (que incluyen el despertar, el alimento, el techo sobre tu cabeza) debe de ser LA HUMILDAD, tener un pensamiento y una conducta HUMILDE delante del Señor y Creador del universo y de todo lo que en él hay. NUNCA debes olvidar que la humildad es de diaria aplicación práctica y no solamente conceptual, abstracta y distante.



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