lunes, 16 de septiembre de 2013

Génesis 8: 21 - 22

"Y percibió Jehová olor grato; y dijo en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre, porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; Ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho. Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la ciega, el frío y el calor, el verano y el invierno y el día y la noche."

  1. Es increíble que el valor que más se nos dificulta mostrar es el agradecimiento [genuino]. ¿Qué he estado haciendo para agradar a Dios? ¿Cómo le estoy demostrando mi gratitud por su protección e innumerables bendiciones? Si amamos a Dios verdaderamente, si decimos que Él, siendo nuestro Señor, nuestro Salvador y nuestro Rey amante, ¿Dónde está la prueba fehaciente y no solo "actitudinal" de nuestro amor por Él? Noé agradeció inmediatamente a Dios por la maravillas que hizo con él. Noé logró tocar el corazón de Dios (más que con su ofrenda) con su actitud de verdadero agradecimiento... Y yo, ¿qué haré hoy para demostrarle a Dios (y no para aparentar delante de los demás seres humanos, ni para sentirme merecedor de su gracia) que realmente agradezco su amor y su misericordia para conmigo y mi familia?
  2. Podemos confiar en que Dios es fiel a sus promesas: El sustento no faltará mientras la tierra exista. Sin embargo habrán ideas que traten de desacreditar esta valiosa promesa, ideas como la del hambre en África o las malas cosechas debido a los fenómenos climáticos. Una contestación sencilla implicaría: la dimensión de estos desastres (localizada y no a escala mundial) así como la acción misma que se deriva de la mala mayordomía que el hombre ha hecho con el planeta mismo.
  3. Las promesas que Dios ofrece también tienen condiciones: MIENTRAS la tierra permanezca. Las promesas que Dios tiene para nosotros también demandan algo: OBEDIENCIA. ¿Obedezco verdaderamente o solo pienso que obedezco? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario